martes, 18 de junio de 2013

El último día


Lo que muchos consideraban trágico, para ella no era así, no, ya estaba preparada, sabía que su hora había llegado, pero nadie lo había notado, sí, alguien está presente. Los hijos salían y entraban de la habitación, pero ella estaba sola, una gran lucha interna, la fuerza del pensamiento resistiendo para no dejar morir el cuerpo, «Tú puedes lograrlo, sé que no es fácil, así como no lo fue tu vida», le susurraba al oído un ángel, pero ella tan solo sentía paz en medio de los intensos dolores. «No estás sola, he sido enviado para acompañarte en la gran travesía, sí, Él te espera», le seguía hablando, mientras ella con esfuerzo sostenía la mirada en sus hijos, sus amores.  


Todo se desvanecía, una profunda tristeza la invadió, el último suspiro, «Pude haberlo hecho mejor», dijo en su pensamiento, fue el final. Un extraño sentimiento jamás experimentado le permitió comprender el momento, tan solo les sonrió suavemente a sus hijos, lo último que pudo ver fue la presencia del ángel con los brazos extendidos hacia ella, con una intensa mirada de amor y entendimiento.  
 
Nadie ya estaba presente, solo ella, pero alcanzó a escuchar la voz de su hijo que la apretaba entre sus brazos, lloraba desesperadamente, «No te detengas, él estará bien, lo veraz de nuevo y será para siempre, ya no es tu vida, es de nuestro señor, debo de conducirte hacia Él», le dijo el ángel.  


Ella se entregó, su travesía era larga, pero descansaba en sus palabras, donde tan solo era consolada, eso permitía su liberación. El ángel la preparaba para el encuentro con el creador, sí, el último tiempo espiritual, permitiendo que la reconciliación consigo misma llegara por la memoria, su pensamiento se expandía en el amor, el más perfecto perdón. 

Juan M. Castro

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