martes, 4 de junio de 2013

Abuso sexual




¿Quién no ha estado expuesto a los peligros, en la infancia? Pero si cambiamos la palabra, “expuesto” por “sufrir un abuso sexual”, es algo completamente diferente.  

Tras un abuso sexual, potencialmente puedes desarrollar cualquier comportamiento en tu persona, mucho dependerá de tu temperamento natural, así como del apoyo que recibas de la familia y ayuda profesional, tan solo para tener de donde sostenerte, pero el caminar estará lleno de obstáculos.  


« ¿Quién eres tú?», me preguntaban, aún lo recuerdo. Te confieso que es algo que se ha venido fortaleciendo, pero fue difícil responder, sobre todo cuando desarrollas en tu persona tantas cosas que no son tuyas. 

No somos diferente en nada, quizá tan solo por el sufrimiento interno no nos pudimos enfocar en un tiempo, pero sentíamos igual que tú, no somos diferente en nada mi querido amigo, en nada. 

Haber sido abusado, es vivir sin espontaneidad en la infancia, buscando quien te quiera sin lastimarte, es un verdadero crimen, una personita alterada, manipulada y expuesta. 

Te dejo con un poco de información de mi novela, espero que algún día la leas.
Juan M. Castro 


ABANDONADOS EN LA OSCURIDAD
Por Juan M. Castro 

ABANDONADOS EN LA OSCURIDAD es una novela de línea psicológica que nos transporta a un ambiente mágico de parroquia, en donde la vida de dos niños se cruzan en un mismo hacer: el servicio en el altar.
Allí, Gabriel y Gerardo gozan de todo aquello que carecen en sus familias: atención, cuidados de parte del padre Luís, paseos y cariño de la comunidad. Sin imaginarse, todo cambia y son tratados con intolerancia y definidos por el prejuicio de la Iglesia, que bajo el silencio, se niega a reconocer públicamente algo que contradice su misión espiritual: abuso sexual.
Tendrán que decidir en un mundo donde la vida es muy diferente de cómo la creían. La honestidad a sí mismos y la fuerza de la fidelidad a la amistad, serán las únicas opciones que tendrán para salir del oscuro círculo religioso que intenta llevarlos hacia la culpa y el miedo a la condenación eterna, por difamar, a, « un hombre de Cristo».


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