Le escribo estas
letras solo para disculparme de una sola palabra que mencioné ayer en mi Blog
acerca de usted, «Hocico», la frustración y las emociones no me permitieron ver
claro, lamento eso, pero tengo otras cosas que aclararle, porque siguen
resonando en mi interior, los mencionaré por números.
1.- Usted
mencionó a la prensa entre tantas cosas acerca de Eusebio (ex sacerdote), que
después de un periodo de descanso no había aceptado incorporarlo al ministerio porque
tenía ya una hija. Dios mío, pero si muchos, muchos sacerdotes activos en la diócesis
que usted preside tienen hijos, está de más mencionar nombres. Considero que
fue inapropiado ventilar esa información, ¿qué sentido tenía ya? Al menos por
respeto a esa hija, ¿no lo cree, usted?
2.- Mientras un
sacerdote o seminarista esté caminando perfectamente, puede contar con su
apoyo, pero en el momento que se hace un problema, todo cambia. Realmente no
veo una gran humanidad en usted, no veo compasión, no veo a un pastor, también
puedo mencionar casos, pero está de más.
3.- Don Rafael,
el tiempo de pastor se le ha terminado a usted, no estoy al tanto de sus
movimientos, pero creo que si no ha presentado su renuncia, pronto lo hará de
acorde al derecho canónico por la edad. Lamento mucho que después de tantos
años como obispo de Tijuana, no haya logrado reunir al presbiterio en torno a
usted, no haya logrado ser un pastor, padre y amigo. Lo lamento mucho, quizá,
como todo, no era capaz de afrontar semejante tarea, es decir, quizá fue un
error el que lo hayan designado obispo, quizá jamás debió haber salido de Torreón,
pero como Dios escribe en renglones torcidos, bueno, algún bien que no conozco
habrá hecho.
4.- Tengo muchos
amigos sacerdotes, muchos en posiciones privilegiadas de su diócesis,
consejeros y más, muchos de ellos muy cerca de usted, quizá demasiado, están
conmigo y no con usted, aunque en el día a día le sonríen.
5.- Su
ministerio episcopal se le ha terminado, espero que su sucesor logre lo que
usted no pudo hacer en tantos años, la esperanza es la mejor parte de la vida,
ya que nada continúa peor, Dios es compasivo y jamás abandona a su pueblo, la
soberbia tan solo nos lleva a la soledad.
6.- Su
ministerio episcopal se le ha terminado, pero no la vida, espero logre
encontrar la paz, logre reconocer y reconstruir al menos su vida, siempre habrá
buenos sacerdotes que le brinden una mano de amigo cuando más lo necesite, aunque usted no lo haya
hecho, esté seguro de eso.
Ser obispo no
significa ser príncipe, ser obispo es ser un padre, un amigo, un hombre
enamorado de Cristo.
Juan M. Castro
No hay comentarios.:
Publicar un comentario