martes, 1 de marzo de 2016

LA PRIMACÍA DE LA TOLERANCIA SOBRE LA MORAL





¿Qué importa entonces manifestarse cada quién en su propia forma?
¿Esto nos hace redefinir la lista de pecados?

«Espero que abras tu mente, somos muchos, vivimos en una diversidad cultural, pero  vivir con rectitud de corazón, nos hace coincidir a todos, es el lenguaje de la tolerancia que llamamos también amor».





 ALGO QUE NO DEBEMOS DE OLVIDAR:

Una reminiscencia cultural es aquella enseñanza que venimos arrastrando desde la infancia, pero casi en el olvido y que difícilmente podemos quitarnos. Con frecuencia las reminiscencias nos estimulan a actuar de determinada forma, siendo un tanto contradictorio frente a lo que queremos ser, si no tenemos conciencia clara de donde se originan.
En la biblia podemos encontrar una gran variedad de reminiscencias culturales, pero allí se habla de costumbres aprendidas de otros pueblos, hábitos arraigadas del pueblo de Israel que lo hacían ser infiel, pero no por eso dejaba de ser elegido de Dios.
Responder afirmativamente a Dios significa un cambio total de vida, pero ¿esto quiere decir que las reminiscencias culturales dejan de manifestarse?
Si bien, podemos decir que nunca en su totalidad, ya que Dios no pondría al hombre en grave conflicto, no lo separaría de momento de la sociedad misma, de sí mismo y del mundo conocido sin renovar antes su corazón con la reconciliación, lo demás tan solo es consecuencia del amor.

ENTONCES:

 Deberíamos hablar más de una renovación que transforme el egoísmo en un bien común, una fraternidad propia de los hijos de Dios, un entendimiento de la libertad y sus límites frente al exceso.
Bien podemos hablar de un Dios respetuoso de las reminiscencias culturales del hombre, pero claro, exigente al mismo tiempo, ya que lo ha proveído de la razón, de esa capacidad que lo hace cuestionarse a sí mismo y mantener una conciencia en equilibrio, frente a cualquier entorno social en el que se encuentre.

POR ESO:

Tanto en el pasado como en el presente de la historia de la humanidad, podemos encontrarnos con una sociedad fracturada, lastimada y sin identidad propia, todo por el intento de vivir la palabra de Dios, sometiéndose a grupos religiosos intolerantes y manipuladores.
Más allá de la forma predeterminada y concebida de vivir la voluntad de Dios, que encontramos como fundamento en la biblia, quizás deberíamos considerar los propios matices culturales del tiempo en que fueron escritos y los de nosotros en la actualidad.
Necesitamos reinterpretar los pasajes bíblicos para el pensamiento moderno, que aunque sea el mismo Dios, pero nos comunicamos con nuevos conceptos, formas más claras que definen la dignidad, la igualdad entre el hombre y la mujer.
Desde luego que vamos a tener una misma coincidencia con el pasado, un mismo deseo y exigencia de Dios para todos, la medida de todo: RECTITUD DE CORAZÓN.

CONCLUSIÓN:

Entonces hablar de la rectitud de corazón, debe ir más en el entendimiento y tolerancia por el otro, debe tener primacía sobre el comportamiento moral, que tan solo es la consecuencia espontanea del amor y del respeto. Entonces no tiene sentido dividirnos por todas las diferentes formas de manifestarnos y de ser en esta vida.
La moral después de todo no es aplicable de manera universal y obedece más a grupos étnicos-religiosos propios de cada región, es el fruto de la misma donación, no importando que tan variada sea la opción de vida.
Dios no nos despoja de nuestro entorno con violencia, Dios no nos quita nuestra única identidad con intolerancia. El cambio es el fruto del perdón y del amor de Dios hacia nosotros, un perdón que nos  reconcilia con nosotros mismos y con el mundo.
Entonces esta reconciliación nos hace reconocer con la claridad de conciencia, con nuestro propio lenguaje e interpretación cultural a Dios, un Dios que Cristo llamó con una sencilla palabra: PADRE.

Te quiero.
Juan M. Castro

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