jueves, 5 de junio de 2014


 
«Te amo, te necesito y lo eres todo para mí», le dice mirándolo a los ojos y lo besa intensamente, luego se marcha al trabajo.
 
 
Durante el camino, algunos malos vecinos homofóbicos le hacen muecas al mirarlo, quizá por su estilo tan diferente de proyectarse, ellos sabían que eran homosexuales, aprovechaban cada momento para hacerlos sentir rechazados.
«¿A dónde nos iremos? No podemos pagar en otro lugar, ¡cabrones!», decía en su interior, intensas emociones experimentó en el estómago.  
Corazones lastimados, parejas incomprendidas y almas generosas que viven lo que son, sin pretender algo distinto de su realidad por la simple aceptación.
No te escondas, no lo hagas, en la constante coherencia de quien eres encontrarás la fuerza, serás libre, porque eres tú mismo.
Aquella noche jamás la podré olvidar, tan solo había invitado a  algunos amigos, pero para la medianoche mi casa estaba llena, todos bailábamos, reíamos y éramos felices, sin imaginar que sería la última vez que estaría con uno de mis mejores amigos.
Asesinos emocionales, sí, eso es lo que a veces la ignorancia, la intolerancia y la religiosidad sin Dios hace de los seres humanos, llevándolos a lastimar a otros por su preferencia sexual.
Con frecuencia en la noche recuerdo aquellos tiempos de fiesta, no todas las personas son fuertes para manejar el rechazo familiar, algunas simplemente se suicidan.
 Las difíciles experiencias de la infancia y el rechazo de los padres son los mejores ingredientes para asesinar a un hijo.
 
Jamás sientas vergüenza por ser tú, jamás dejes de decirle a tu hijo que lo amas.
Te quiero
Juan M. Castro

 

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