viernes, 13 de junio de 2014

Días, quizá años, pero son momentos



«--Estoy contenta, me ha perdonado –le decía con los ojos llenos de lágrimas—cambiaré, creo que no lo he hecho bien, he sido muy neurótica, pero todo será diferente de hoy en adelante –le dijo.  
 
 
Pancha estaba estupefacta, no podía creer lo que estaba escuchando de su querida amiga Ramona del Perejil.
--Pero ¿qué te pasa, Ramona? –la cuestionó—ese hombre que llamas marido te ha estado golpeando, nada de regresar, ha abusado de ti toda la vida –le recordó-- ¡No puedes regresar con él! ¡No lo permitiré!».
Help me please… help me please… help me please…
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Corazones lastimados, engañados y manipulados, ¿por qué lo permites? Sé que es ese gran temor que no te permite ver con claridad lo bello que puede ser tu vida. Nadie nos pertenece, la libertad de expresar y cuestionar no es una opción, es una decisión y un derecho natural, no una concesión que se adquiere.
Quizá Ramona del Perejil tendrá que experimentar más golpes, quizá en algunos de ellos pierda la vida o quizá su amiga Pancha logre hacerla recapacitar, quizá, quizá, todo puede suceder, pero pareciese que la libertad y el entendimiento está muy distante de ella.
Sin embargo nadie está libre vivir en un hoyo, unos a mayor profundidad y oscuridad, pero de cualquier forma pareciese que siempre están cerca de nuestra vida; quizá sea por lo frágil que somos, por otra parte la intensidad de la inteligencia que nunca se sacia de buscar respuestas y de no tenerlas hace otro hoyo para saciarse.
Hay aspectos muy importantes que forman parte de la vida y de la esencia del hombre, uno de ellos representa casi un tabú el simple hecho de mencionarlo, sí, me refiero al espíritu que constantemente reclama su existencia y la trascendencia de su naturaleza, una verdad que con frecuencia omitimos o simplemente no queremos escuchar. 
 
 
Nada se puede vivir ignorando, la infinitud de la existencia, la vida y la fuerza de la verdad no dependen de nosotros, tan solo nos alcanzan en algún momento obligándonos a reconocerlas.
 
Te quiero
Juan M. Castro

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