«Corre, corre por favor, no pares, no permitas que nadie te detenga, aunque el amor sea aparentemente muy grande, continúa enfocado en tu camino», le decía esa noche cuando la oscuridad se hacía venir a su vida, lo podía ver, peo él ya lo sentía en su interior.
¿Cuántas veces
te has sentido como si estuvieses encerrado? Sí, cabe reconocer que la alegría
es lo primero que se pierde, pareciese un momento progresivo en que todo se
torna amargo, quizá sea la señal que necesitas para tomar decisiones.
Veo que con
mucha facilidad en la vida hacemos juicios sobre otros, pero creo que la raíz
de esa constante que definimos como personas malas, se debe más a que han
estado en el lugar erróneo, esos espacios donde las opciones han sido
sustituidas por hábitos para sobrevivir.
Estar en el
lugar erróneo trae consecuencias graves, más cuando ni tan siquiera estás
consciente de ello. Estar en el lugar equivocado es una constante estimulación
que termina afectado y llevandote a desarrollar costumbres que contradicen lo
que piensas de ti mismo
¿Quién
conoce a Dios como para hablar por él? ¿Quién conoce a profundidad la vida para
decirte como vivirla? ¿Quién conoce cuál es tu lugar? Nadie, solo tú.
Es mentira
que la experiencia en sí misma te enseña, será verdad cuando estés en tu lugar,
no en esos caminos que tan solo te están desgarrando e impidiendo ser tú.
Con
facilidad nos podemos corromper, deformarnos y hacernos mucho daño, sin olvidar
el dolor que causamos a otros.
El
principio fundamental es el amor y el sentido común, estar precisamente donde
queremos vivir, hacer el menor esfuerzo para ser aceptados, ya que la urgente
necesidad de pertenecer es el inicio de la pérdida de la propia identidad.
A veces
siento que ya todo está perdido, es cuando me veo ya viejo y sin futuro, pero
cuando escribo mis emociones, aquellos sentimientos del pasado que aún se
resisten a morir, entonces me siento vivo, por eso escribo, aún hay tiempo para
seguirlos haciendo realidad.
Te quiere
Juan M.
Castro
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