Pareciese que es
la prisa, una rapidez irracional que nos está gastando la vida de forma
contraria al sentido, dejando así la oportunidad de la plenitud por lo vulgar y
superficial; el materialismo se ha convertido en el valor que ocupa la primacía,
entonces todo adquiere una nueva interpretación basada en dinero y popularidad;
aspectos bien aprendidos desde la infancia por el ambiente familiar-social y la
ausencia de Dios.
«Después de
tanto tiempo, como un niño clamo en medio de la oscuridad, me siento vacío,
solo y tonto», pensaba en esos momentos terribles de desgracia.
Si bien, las
emociones y las necesidades nos hacen experimentar y definir la vida con
intensos e irreales sentimientos, pero siempre hay algo de verdad, algo que tiene
que ver con el amor y el odio.
«Esa noche dio
inicio a una intensa lucha, con gran fuerza sostenía mi espada para no morir en
manos de ese demonio, con gran rapidez intentaba golpearme para asesinarme,
pero no podía, yo no luchaba solo, ella estaba conmigo y me daba una gran
fuerza», soñé.
Te quiero.
Juan M. Castro
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