Cuestionar la pretensión de poseer la razón total en un discurso, en cualquier tema, es un imperativo y una muestra de entendimiento y de gran tolerancia frente a la diversidad; ya que de lo contrario está condenado al rechazo social y al error, pero en el tiempo, porque lamentablemente no siempre el reconocimiento del mal cometido por ignorancia es inmediato.
En Estados Unidos estamos viviendo una guerra de
información, palabras ofensivas, crueles y poco realistas del republicano
Donald Trump; hechos que no tienen sentido cuando se busca la unidad y la
fuerza como nación.
Juego de palabras que tan solo obedecen al egocentrismo y
la ignorancia, no al bienestar de una sociedad fundada por inmigrantes, allí es
donde radica su fuerza, no en el color, quien no lo reconozca, entonces no
conoce a su país.
Aún queda poco tiempo para que los republicanos hagan al
respecto, por el bien de su partido, del país y del balance de la salud de la
sociedad americana;
América no es de un solo color, pensar de manera contraria
es darle la bienvenida de nuevo a la esclavitud.
América no es blanca, América es multirracial.
Dios bendiga América.
Juan M. Castro
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