martes, 7 de mayo de 2013

UNA NOCHE TRISTE



            Aún sueño como un niño, no es recordar un ayer, es hoy frente a lo no obtenido, pero siempre anhelado, una libertad que va más allá, donde no hay necesidades, tan solo ser. No he logrado entender este mundo, se ha hecho difícil mi incorporación, pareciese que siempre tengo que renunciar a una parte de mí, fracturándome para ser parte. 

¿Acaso vivo en mi propia oscuridad? Quizá, pero no me aferro a los caprichos, tan solo intento conservar la autonomía, la espontaneidad no condicionada de mi persona. Una vida hermosa, pero mal interpretada, una naturaleza instintiva y sabia, pero moralizada.  


Aún sueño como un niño, pero ya no lo soy, no hay tiempo, solo decidir. En algunos momentos, dejándome llevar por las emociones, olvidándome un poco de mí, aún espero encontrarlo y abrazarlo, cerrar la puerta para que no se vaya nunca, como se han ido todos. 

No quiero hablar de amor, ya que siempre, de alguna forma se le condiciona. Prefiero hablar de lealtad, después de todo, tan solo es una manifestación más del amor, pero sin perder su libertad. El ser y el amar, deberían de estar en la más sagrada armonía, pero es demasiada exigencia al ser humano, que con frecuencia lo quiere todo para sí mismo.  

 
Encontrarlo, es vivir con él, amarlo, pero también ser feliz con ellos, no es encontrar un dueño, un señor, tan solo un compañero.  

El amor entre los mortales es asesinado por el egoísmo, es como un reino, siempre intentará regir solo una cabeza, asfixiando lo que pudo haber sido bello y pleno. Esta noche lloraré, pensaré en ti, en nosotros. 

Juan M. Castro

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