lunes, 6 de mayo de 2013

JUEGO DE MENTES RELIGIOSAS



          En un largo tiempo lo creí, sin embargo no era así, todo es completamente diferente. No hay vida para esperar, aún sin rumbo claro, pero retomando la fuerza interna como una verdad, fue como el espíritu adquirió su sentido, más allá del entendimiento que se duerme en el ciclo repetitivo del comportamiento aprendido y seguido. 

Las verdades están presentes, obedecen a los nombres, pero no a la lógica que las interpreta, ya que están fuera de su naturaleza para ser entendidas en su totalidad. Es un punto de reunión, no hay distinciones ni títulos, donde todas las voces son relevantes.  


En la tétrica vida materializada, donde lo esencial no tiene la primacía, sí, el espíritu, entonces se desarticula la vida humana. Lo más sublime, sí, el amor, es asociado a la necesidad, el vacío y la soledad. 

Oremos, pero ¿a quién oraremos? Se ha hecho de Dios un talismán, se le ha interpretado bajo el terrible concepto del “condicionamiento”, donde pareciese que la intervención divina depende de las pobres acciones humanas. Un paraíso ganado por el hombre, pero manipulado y ofrecido por la religión, a cambio de obediencia. 

Mientras exista la mente religiosa, Dios seguirá siendo un juego, la mejor justificación para que la tolerancia sea quebrantada y la paz condicionada. 

Mi generación vive con intensidad, pero distante de lo esencial, el tiempo sigue corriendo, pasarán como otras generaciones, terminando en el olvido. 

La última lucha, el encuentro, donde la fuerza de la verdad se antepone a la creencia. 

Juan M. Castro

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