A veces me siento desesperado, los años no dejan de correr, hoy
mis pensamientos tienen que compactarse para elegir lo mejor, un futuro corto e
incierto frente a un pasado intenso que se ha llevado no lo mejor de mí, pero
sí mis años, las tantas opciones que tenía ya no están en armonía con mi edad,
esto no me gusta.
No considero sabio lamentarme, pero intentar retomar mi vida
con la misma perspectiva, sería el más grande error, quizá peor que las
indecisiones de mi juventud. Un nuevo sentido, sí, que esté en armonía con los
tiempos y mi forma de procesar, aunque tenga que lidiar el que no encaje con el
pensamiento social, donde todo sigue un mismo e irreal curso.
Mi vida, en el mayor de los casos, ha estado guiada por mi
manera de interpretar, que quizá sea bueno, pero el no acudir a las reservas de
la experiencia de otros, me ha hecho perder mucho tiempo buscando solucionar lo sencillo.
Ya nada puede ser como antes, como lo fue en otro momento,
esto lo lamento mucho. Algunas veces, hago todo a un lado, me acerco, pero debo
de confesar, que, en cuando profundizo un poco más allá de lo superficial, me
asusto de las inconsistencias y de los repetitivos comportamientos sociales,
entonces regreso a mí, con mayor intensidad a reforzar mi mundo.
Ayer logré abrir una ventana de mi vida, esto permitirá que
las cosas fluyan más armoniosamente, aprender que no todo está dentro de mi
control, como siempre lo creí, aunque entendía que era parte de mi
sobrevivencia, un pasado que no lo elegí, un tiempo que nunca pudo oscurecer mi
vida, pero sí me llevó a tomar las peores decisiones.
Hoy pienso en mí, pero más tarde pensaré en ti, no somos
diferentes en nada,
aunque ellos digan que sí.
Juan M. Castro
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