La exigencia, esa constante de vivir en grupo, con
frecuencia me lleva a olvidarme de mí mismo, a brincar lo que realmente busco,
por algo secundario, productivo quizá, pero sin trascendencia, tan solo una
gratificación que funciona como un pasaporte temporal.
Las exigencias me llevan al estrés, a veces a una neurosis,
sobre todo cuando me dejo llevar, olvidando lo que realmente busco, por lo
regular contradice la opinión común.
En mi afán de no caer en el pasado, un tiempo en que viví
como ellos me interpretaban, me polarizo, viviendo sencillamente bajo las
reglas de un pequeño mundo creado por mí, pero sí, en una sencilla y verdadera
armonía.
No soy una luz para otros, tan solo me gusta compartir mis
sentimientos, así como las vivencias y lo que he desarrollado en ellas, tengo
mucho por decir, quizá demasiado, no me averguenzo de hacerlo, mucho no pertenece
a mí, lo aprendí de ellos, pero ya no es parte de mi vida, tan solo de mi memoria.
Muchas de mis acciones tan solo fueron una respuesta
desesperada para no morir, en un momento oscuro, donde crees que has sido abandonado
y no encuentras en quien sostenerte, es algo que queda presente, de vez en
cuando soy asaltado intensamente por esos recuerdos de orfandad.
Nunca te olvides de ti mismo, porque entonces ellos te
lastimarán profundamente.
Gracias por seguirme, leerme y estar conmigo.
Juan M. Castro
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