Estaba desnuda frente al espejo, veía los estragos que
los años habían hecho ya en su hermoso cuerpo, después de todo, ¿qué más se puede
esperar en seis décadas? El tiempo se hace presente muy por encima de los
muchos cuidados, pero sus pensamientos eran los mismos, el deseo y la vitalidad
continuaban intactos como ayer.
Se vistió, tomó su bolso, como siempre lo hacía antes de
salir, se dirigió hacia la mesita de la entrada, «Te amo, siempre te he amado
precioso, protégeme porque me has dejado sola», le da un beso a la fotografía
de su esposo, aún seguía vivo en su memoria.
Jamás regresó a su casa, el sonido de las sirenas de la
ambulancia se escucharon intensamente esa mañana.
El amor, la lealtad y la muerte, pareciese que el retorno
a la soledad es la parte más segura de la vida; una hermosa, dolorosa y
madurada soledad bajo el crisol del tiempo, marcada por los mejores e intensos
recuerdos.
Lo que hoy brilla, mañana se oscurece, pero algo
permanece vivo, algo que jamás muere y que no puede ser borrado, esa es la
fuerza de un amor real.
Te amo.
Juan M. Castro
No hay comentarios.:
Publicar un comentario