Hermosas palabras, quizá así le llamaría a lo
dicho, pero son afirmaciones y creencias pretenciosas frente a la verdad,
aspiran ser mucho más que la realidad misma, obedeciendo a un aprendizaje
tristemente nunca cuestionado.
¿Desde cuándo no escuchas a tu interior? Se ha
debilitado, lo has despojado de la credibilidad, sí, tan solo para confiar nuevamente
en las repeticiones de ellos.
Aquella noche lloraba, aún lo recuerdo,
imposible de olvidar los recuerdos que me asaltaban y poseían.
Cerré los ojos y olvidé todo por un momento, me
enfoqué en el interior, aquello que realmente nunca ha muerto, sí, una verdad,
la fe en mí. Una fuerza indescriptible brotó del interior, una luz que despojó
la oscuridad de los sentimientos, entonces extendí los brazos y sequé mis
lágrimas.
La vida se puede tornar muy difícil cuando la
constancia de ellos es contraria a la voz de tu interior, una guerra perpetua,
pero necesaria si existe la honestidad que no permite jugar con la verdad.
Juan M. Castro
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