miércoles, 21 de agosto de 2013

LUZ Y OSCURIDAD




 

Quizá hayas vivido mucho, pero no creo que el tiempo traiga al entendimiento, más un conocimiento limitado propio de la edad, una experiencia encerrada en conceptos definidos por una sociedad. Cuando seas capaz de cerrar los ojos y solo contemplar más allá de lo interpretado, entonces el impresionante reconocimiento hará posible el entendimiento de una verdad, sí, el espíritu.

Sentimientos y emociones semejantes, percepciones de un mundo contaminado bajo la influencia del determinismo de la ignorancia que solo afirma lo que ve, procesos avanzados de inteligencias, pero no siempre bajo el reconocimiento, quizá más en la negación, aceptando como único principio las tristes imágenes que los ojos les permiten procesar.

 
La constante presencia de la ignorancia y del olor a la muerte lleva a la frustración por el insaciable deseo del conocimiento, una verdad trascendente en sí misma que conduce a una afirmación que brinca a la lógica.

La humanidad no es manipulada por Dios, es Dios quien vive en el deleite de su creación, una verdad manifestada en el amor más generoso, la encarnación y el  sacrificio, pero sin inmunidad frente a lo ya aceptado en el interior del hombre. Una guerra espiritual, la constante de una verdad, una naturaleza limitada y expuesta a las voluntades e inteligencias oscuras.

¡Satanás! ¡Satanás! ¿Por qué he de temerte? Sé que tienes la fuerza para destruirme y poseerlo todo, pero el que ya jamás podrás nombrar te lo prohíbe. Mientras exista una lánguida fe en mi interior no te podrás acercar, pobre de mí si esa luz se apagara.

Juan M. Castro

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