martes, 16 de abril de 2013

Sé que estás allí, sabes que no te temo


 «Pareciera que eres el gran silencioso, del que hablan todos, a quien le cargan las culpas, quizá sea verdad, o tan solo la simple irresponsabilidad humana. Anoche te vi, sí, eras tú, inconfundible como siempre, en medio de la oscuridad, cobijado entre los árboles, pero tus penetrantes ojos te delataron, sabes que no te temo», Juan M. Castro. 

       


        Mi infancia, influenciada por la profunda imaginación, algo innato en mí, así como una fuerte experiencia que me marcó, fue el motivo principal de mis constantes interrogantes, así como la búsqueda de la realidad, más allá de los conceptos folclóricos religiosos, que a veces un tanto no ayudan a la verdad. 

Se dice mucho de él, desde antes que los libros de la biblia existieran, al menos, el concepto como lo entendemos en la actualidad, bien lo podemos encontrar en la antigua civilización de Babilonia, donde hasta los ángeles encuentran un parecido como los entendemos.
  

No pretendo buscar fundamentos para ninguna afirmación mía, más hablar de una idea, una fuerza que siempre me ha cuestionado, quizá deleitado, ya que la búsqueda, es una constante en mí. 
Tu vida, la bulliciosa vida social, es un círculo que no te permite adentrar en verdades, puntos a los que nos encontraremos más allá de este tiempo, pareciera que los ignoras, pero llegarán de igual forma.  


La maldad, esa gran fuerza que tiene nombre, está más cerca de lo que puedes imaginar, es verdad cuando te digo que le he visto, no es agradable, tan solo se deja ver de vez en cuando. Vivir la vida, es mucho más diferente, de cómo la podemos creer, la cercanía de lo espiritual, es una realidad, sí, lo sé sin poder darte más detalles. 

El amor en todas sus manifestaciones, es lo único con lo que realmente contamos, es nuestra única defensa, la mayor fuerza, tan grande e infinita, que nada se resiste frente a ella, ni tan siquiera la muerte.  


La ausencia de amor, la infinita soledad, es aquello que lo rodea a él, es muy triste, pero la consideración ya no es una opción, ya es demasiado tarde.

Juan M. Castro

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