Con frecuencia las generalidades no nos hablan de una
persona, más cuando la información sufre la interpretación de quien la maneja y
tan solo la emite con sus propios matices, corriendo el riesgo de la
parcialidad.
Más allá de las pretensiones y de los títulos, fuera de los
prejuicios sociales formados, tan solo eres un ser humano común, quizá con las
mismas reacciones que él, pero desarrollando o representando en el tiempo a una
institución, sí, solo eso.
El poder y la inmunidad, tienen la fuerza engañosa de
hacerte pretender ser, pero tan solo será en tu tiempo, en la brevedad que no alcanzas
a ver y que viene con su inminente fin.
Son tantas las cosas que nos diferencian, pero más las que
nos unen, sentimientos y reacciones, así como necesidades, pero interpretada por
la experiencia y poco cuestionada por la objetividad, con otros argumentos que
permitan ver más claro.
Levanta los brazos al cielo, respira profundo y cierra los
ojos, sí, somos más simples de lo que piensas, pero la fuerza real está en la
unidad y en la tolerancia, allí es cuando podemos hablar de una espiritualidad,
de un sentido que lo renueva y que trasciende el límite del tiempo.
Te quiero.
Juan M. Castro
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