domingo, 14 de abril de 2013

Ella




        «El viento de la mar hacía bailar su cabello, aún podía pararse sobre la misma roca, mirar y sentir la frescura del atardecer, “40” años antes, hubiera sido más fácil, la fuerza del viento la empujaba hacia atrás. Los pensamientos, a una velocidad sorprendente recorrían los momentos más significativos, eran muchos, pero más las interrogantes que había logrado responder y solucionar en la vida, lo cual la hacía experimentar una gran satisfacción.  


No había logrado hacer la fortuna que deseaba, pero vivía muy tranquila en su pequeña cabaña, rodeada de sus perros, en medio de la naturaleza, fuera de la vida bulliciosa de la ciudad. Tenía hijos, los amaba con locura, pero los había guiado para que tomaran sus propias decisiones, que no fueran codependientes. A veces, cuando no hacía mucho frío, en la luna llena, se desnudaba y salía a caminar, recordando a las antiguas wiccas, a las duras críticas a las que habían sido sometidas, «Todo por la ignorancia social, ni viven ni dejan vivir», decía en su interior.  


Cada grupo, cada persona que había vivido el desprecio, tenía un lugar en su corazón, de alguna forma, en la juventud, influenciada por la ingenuidad, ella también había formado parte de los marginados. Ahora entendía lo difícil que significaba ser, en la superficial sociedad, porque tan solo intentaba integrarse sin renunciar a sí misma. 

Nunca había ambicionado vivir muchos años, pero ahora era diferente, aunque no le temía a la muerte, a sus “89” años le parecía que no había vivido con demasiada intensidad, aunque sus allegados creían que sí. 

¿Dónde estás hermosa? -Gritaba su hijo en el pequeño bosque que rodeaba la propiedad. 

Caminando un poco más, frente al acantilado, se asusta, la encuentra dormida al lado de una piedra, corre hacia su niña, la abraza y besa su frente, la intensidad del sol lo encandilaba. Las lágrimas corren por su rostro, pero su corazón estaba tranquilo, «Hiciste lo que quisiste mi niña, gracias mi madre, gracias», la cargó, los “4” perros de ella lo seguían». 


No has muerto, sigues viva en tus hijos, en tus amigos, más allá del tiempo, que pareciera que es cíclico, sigues viva. Me encontraré contigo de nuevo, como tú te has reunido con ellos. 


 Estás en mi pensamiento, creo que cada día con mayor intensidad, aún te necesito, creo que siempre será así.

Juan M. Castro


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