«El viento de la mar hacía bailar su cabello, aún podía pararse
sobre la misma roca, mirar y sentir la frescura del atardecer, “40” años antes,
hubiera sido más fácil, la fuerza del viento la empujaba hacia atrás. Los
pensamientos, a una velocidad sorprendente recorrían los momentos más
significativos, eran muchos, pero más las interrogantes que había logrado
responder y solucionar en la vida, lo cual la hacía experimentar una gran
satisfacción.
No había logrado hacer la fortuna que deseaba, pero vivía
muy tranquila en su pequeña cabaña, rodeada de sus perros, en medio de la
naturaleza, fuera de la vida bulliciosa de la ciudad. Tenía hijos, los amaba
con locura, pero los había guiado para que tomaran sus propias decisiones, que no
fueran codependientes. A veces, cuando no hacía mucho frío, en la luna llena,
se desnudaba y salía a caminar, recordando a las antiguas wiccas, a las duras
críticas a las que habían sido sometidas, «Todo por la ignorancia social, ni
viven ni dejan vivir», decía en su interior.
Cada grupo, cada persona que había vivido el desprecio,
tenía un lugar en su corazón, de alguna forma, en la juventud, influenciada por
la ingenuidad, ella también había formado parte de los marginados. Ahora entendía
lo difícil que significaba ser, en la superficial sociedad, porque tan solo
intentaba integrarse sin renunciar a sí misma.
Nunca había ambicionado vivir
muchos años, pero ahora era diferente, aunque no le temía a la muerte, a sus “89”
años le parecía que no había vivido con demasiada intensidad, aunque sus
allegados creían que sí.
¿Dónde estás
hermosa? -Gritaba su hijo en el pequeño bosque que rodeaba la propiedad.
Caminando un
poco más, frente al acantilado, se asusta, la encuentra dormida al lado de una
piedra, corre hacia su niña, la abraza y besa su frente, la intensidad del sol
lo encandilaba. Las lágrimas corren por su rostro, pero su corazón estaba
tranquilo, «Hiciste lo que quisiste mi niña, gracias mi madre, gracias», la
cargó, los “4” perros de ella lo seguían».
No has
muerto, sigues viva en tus hijos, en tus amigos, más allá del tiempo, que
pareciera que es cíclico, sigues viva. Me encontraré contigo de nuevo, como tú
te has reunido con ellos.
Estás en mi
pensamiento, creo que cada día con mayor intensidad, aún te necesito, creo que
siempre será así.
Juan M.
Castro
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