sábado, 14 de septiembre de 2013

La ingenua



Existen momentos intensos que nos hacen experimentar el placer como si fuera una eternidad, un constante ir y venir en la vida, pero tristemente en el mismo círculo, sin ver más allá. La pretensión de poseer un entendimiento más claro, con frecuencia nos lleva a fracturar y lastimar aquellos con quienes pudimos haber vivido en armonía.
 
 
El amor no es suficiente, requiere entendimiento y humildad para reconocer los propios errores, quizá entonces se torne más tolerante. ¿Acaso no te has dado cuenta que somos muy diferentes? Imposible de vivir juntos más, no necesito de la constancia de tus regaños, día a día deseo estar más distante de ti, no asesines por favor lo poco que aún nos mantiene unidos.

Era tan ingenua que creía que lo podía cambiar, pero no alcanzaba a entender la fuerza de las costumbres, quizá él no era como sus hermanos, pero tenía la misma semilla y aún existía la conversación con ellos.

¿Quién dijo que es suficiente con el amor y los buenos sentimientos? No, no seas ten ingenua, no tienes más entendimiento que él, tan solo son distintos y ahora incompatibles. ¿Quién dijo que con el matrimonio lo conviertes en posesión tuya?

Cuando se comparten secretos tan íntimos y están unidos en las costumbres, entonces es mejor que te hagas a un lado, no lo intentes, sí es como sus hermanos, la pretensión de tu conocimiento jamás influirá, tan solo tu insoportable constancia lo apartará de ti.

Amo la libertad, es mi más preciado tesoro, aquel que jamás abandonaría por nadie, ¿el amor? Es lo más bello desde el inicio, un momento o una eternidad que no asocio al sufrimiento o al sacrificio, mucho menos al condicionamiento, «Tan solo se tú amor mío», le dije esa noche antes de hacer el amor.
 
Juan M. Castro

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