sábado, 28 de septiembre de 2013

La conciencia


 

«No puedo pretender vivir si anulo tu humanidad, no creo poder encontrar el sentido de mi vida si violento la armonía de la naturaleza. Encontrarme conmigo mismo, es reconocer el valor de todo lo que me rodea y vivir simplemente con ellos».
 
 

La conciencia universal, una conexión con la naturaleza y todos los seres vivos que permite vivir en el más perfecto acorde, donde las diferencias no son ventajas, tan solo formas de una personalidad. Un gran acto que hace retornar la dignidad en el entendimiento, entonces el valor de lo insignificante y de lo grande pierde relevancia.
La conciencia universal permite transformar y redefinir el sentido mismo de la existencia, es una nueva comunicación en el reconocimiento que se antepone a las palabras, donde las acciones tan solo fluyen.
La memoria hace posible que las partes más dañadas del interior, así como lo agradable con la vida sea reconocido en su estado más puro, quizá entonces el entendimiento de la raíz haga posible el cambio, más prometedor que el enfoque en la intensidad y en lo que ha venido produciendo. 
La primacía de la inteligencia humana es para la contemplación y la vida en la más perfecta coexistencia con el mundo entero, desposeyendo al poder de la fuerza de servirse solo a sí mismo, en la aberrante fantasía, una actitud egoísta que altera y daña todo el entorno.
Somos parte de una gran obra que tiene su firma, un creador desconocido en los oscuros prejuicios de las mentes controladoras, aquellas que intentan interpretar y definir al que no puede ser encerrado en palabras, sí, hablo de Dios, el creador de todas las manifestaciones de vida.  
Aquella noche estaba solo como de costumbre, secaba mis lágrimas, no eran de tristeza, era una emoción infinita e indescriptible, el reconocimiento de la libertad, algo que no tiene precio.
Juan M. Castro

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