miércoles, 18 de septiembre de 2013

El gran sueño



Mi querido amigo, siempre llega el doloroso momento en que el amor se duerme, un triste proceso, pero bello en el verdadero sentido, aquel que toca la puerta de la realidad del espíritu. ¿Acaso crees que podrás seguir amando de igual forma a quien ya partió de esta vida? Una gran frustración, una engañosa emoción unida solo a la memoria, un sentimiento de abandono involuntario.
«¿Dónde estás? Te necesito, quiero escuchar que me amas de igual forma madre mía», gritaba él con gran fuerza en su interior, pero sin emitir ruido alguno, un silencio desgarrador.

Permite que las emociones fluyan, sé que hoy el entendimiento se torna irracional, pero en el tiempo la tranquilidad llegará, pero de vez en cuando se hará presente la melancolía, sí, un sencillo recordatorio, un homenaje a la mujer que te enseñó a amar.  
¡Cuántas cosas se dicen! Sí, muchísimas, pero solo tú le darás un sentido a esta preciosa experiencia que parecía nunca terminar, algo que te niegas a definir porque sabes que vivirá en tu interior.
Los días corren, pareciese que una parte tuya también se ha marchado, pero algo de esa memoria aún vive, sí, fluye de tu persona, porque siempre serás el hijo amado y moldeado por ella, el sostén incondicional que la acompañó hasta el suspiro final, la última gran bocanada de aire que la apartó de ti, pero que la transportó a la paz que ya nadie le quitará.
¡Qué hermoso día tuvimos ayer! Se aproxima mi cumpleaños, estaremos fuera de la ciudad disfrutando juntos cada momento, pero sé también que este amor un día se dormirá.
Mi querido amigo, amar es vivir con plenitud cada momento, no tiene nada que ver con poseer, gracias por tu lealtad.
Juan M. Castro

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