Después de
muchos años, seguía mirándose al espejo con la misma pregunta, ¿quién soy?
Estaba perdida, vivía de las glorias de su pasado, era el fruto de la cultura
de la muerte.
¿Sigues creyendo
que necesitas pertenecer y poseer para poder ser feliz y proyectarte como
realmente crees que eres? Si tu respuesta es un “Sí”, entonces estás perdido,
perteneces a la cultura de la muerte.
En la
actualidad, en la búsqueda del sentido, de lo espiritual, de la honestidad, en
esa lucha por salir de lo establecido, propia de un mundo ignorante, ¿a quién
serle fiel y hasta qué punto?
A la familia.
A la pareja o
parejas.
A la Iglesia o
religiones.
A la conciencia.
A las propias
ideas, aún sin tener la certeza de su veracidad.
Hablamos
demasiado, hay muchas definiciones, muchos pretenden con sus argumentos
históricos y lógicos poseer más que los demás, pero ¿será posible? Por
experiencia bien puedo decir que no.
En diferente
medida, pero siempre estaremos acompañados de hábitos, costumbres y manías de
la propia infancia, sí, cosas aprendidas que debemos reconocer, de allí la importancia
de cuestionarlo todo, seguramente habrá mucho que no es precisamente como nos
lo dijeron.
¿La sociedad? ¡Ummm!
¿Crees en la existencia del infierno? Abraza a la sociedad y seguramente
terminarás ardiendo en el infierno “por decirlo de alguna forma figurada”, la sociedad
es lo más vacío, contradictorio que pueda conservar la humanidad. La influencia
social lleva a la supuesta grandeza, pertenencia, pero no, realmente lleva al
vacío, al suicidio y la intolerancia, es la cultura de la muerte.
Pero, cuando
hablo de la sociedad, ¿en qué estoy pensando?
¡Buena pregunta
Juan! Me refiero a la cultura de la imagen, del buen decir, del pertenecer a
cierto grupo, grupos de influencias. Una cultura que sobrevive aplastando a
otros, haciéndoles creer que son inferiores y que jamás serán parte de, pero si
existe el dinero quizá algo pueda cambiar, porque en la sociedad el dinero lo
es todo, lo cambia todo. A eso me refiero.
La oportunidad,
la aceptación y el perdón, son los ingredientes que llevan a la grandeza y
calidad de una persona, ¿qué hemos hecho con esto en la actualidad?
Entonces el
vivir es realmente un sobrevivir, una gran mentira, somos hipócritas.
Te quiero.
Juan M. Castro
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