El día de ayer
me enteré de la muerte del Padre Eusebio y las terribles circunstancias en que
sucedió. ¿Cómo es posible? Pero ¿acaso podemos conocer todo el tiempo las
intenciones de las personas? Me refiero a esos criminales, que seguramente se
acercaron como amigos.
También me
impactó leer las tontas palabras de quien fuera su pastor, sí, del arzobispo
Rafael Romo Muñoz, que en vez de dar consuelo a su familia y amigos, pero no, como
una ingenua chismosa de lavadero, abrió el hocico como ya es costumbre, sacó lo
negativo, como si no tuviera tela de donde cortar, que ¿acaso no fue suficiente
las circunstancias de la horrible muerte del Padre Eusebio? Quién fue en un
tiempo parte de sus sacerdotes.
¿Necesitaba más
el arzobispo? Más, mucho más, para él nada es suficiente, solo él es santo, él
y su santa comisión que lleva las riendas de la Iglesia de Tijuana.
En mi corazón,
en mi memoria usted seguía siendo un sacerdote, por eso lo sigo llamando Padre,
lamento mucho mi querido amigo el dolor, el sufrimiento que padeciste en tus
últimos momentos.
Te recordaré, te
recordaremos siempre, como sacerdote hiciste un magnífico trabajo, gracias por
ello.
Me siento muy triste, me siento molesto.
Juan M. Castro
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