«Cuando permites que conduzcan tu vida, tan solo te alejas de ti mismo, expones lo más sagrado, tus emociones, a la indulgencia de tu propio raciocinio manipulado, donde tan solo fluye de la manera más armoniosa la maldad, tu inteligencia moralizada destruyendo contradictoriamente tus propios anhelos»,
(Juan M. Castro).
Estaba desnuda frente al espejo, veía los estragos que
los años habían hecho ya en su hermoso cuerpo, después de todo, ¿qué más se puede
esperar en seis décadas? El tiempo se hace presente muy por encima de los
muchos cuidados, pero sus pensamientos eran los mismos, el deseo y la vitalidad
continuaban intactos como ayer.
Se vistió, tomó su bolso, como siempre lo hacía antes de
salir, se dirigió hacia la mesita de la entrada, «Te amo, siempre te he amado
precioso, protégeme porque me has dejado sola», le da un beso a la fotografía
de su esposo, aún seguía vivo en su memoria.
Jamás regresó a su casa, el sonido de las sirenas de la
ambulancia se escucharon intensamente esa mañana.
El día más intenso y el último…
El amor, la lealtad y la muerte, pareciese que el retorno
a la soledad es la parte más segura de la vida; una hermosa, dolorosa y
madurada soledad bajo el crisol del tiempo, marcada por los mejores e intensos
recuerdos.
Lo que hoy brilla, mañana se oscurece, pero algo
permanece vivo, algo que jamás muere y que no puede ser borrado, esa es la
fuerza de un amor real.
El tema acerca del matrimonio homosexual, indudablemente
debería de ir más allá, el debate acerca del tercer género “sexo”, porque de
otra manera los prejuicios sociales-religiosos estarán en la constante condena,
aunque legalmente sea permitido.
Los obispos mexicanos se han declarado en contra, quizá
desde una perspectiva cristiana-bíblica sí tengan algo de razón, pero
seguramente cambiará en el tiempo, en una mayor comprensión e interpretación de
las sagradas escrituras la postura cambia, recordemos que en otros siglos la
Iglesia se negaba a aceptar que el mundo fuera redondo y muchas más interpretaciones
erróneas, ya ha cambiado.
La comunidad homosexual también tiene una nueva
responsabilidad, la oportunidad que por tanto tiempo le fue negada y que hoy es
una realidad: el reconocimiento pleno y legal. El matrimonio es algo muy serio,
la adopción, el tener hijos muchísimo más, no corresponde a un capricho, un
deseo egoísta para satisfacción personal.
Las familia fundada por un hombre y una mujer, tampoco
han hecho bien las cosas, hay mucho por reprochar, quien piense lo contrario
que simplemente vea su propia familia.
En cada grupo de personas, incluyendo el eclesiástico,
los principios fundamentales se rompen y violan a cada instante, contradicen el
espíritu cristiano, quizá porque después de todo la respuesta a Dios es
completamente personal, no hay una regla de orientación sexual que marque la
pauta para comunicarte con Dios, el ESPÍRITU SANTO ilumina a quien quiere, a
quien lo pide y lo implora con un corazón humilde.
La comunidad homosexual sí es responsable en mucho de la
distorsionada imagen que tiene la sociedad de ella, ser homosexual no es ser una
parodia de la mujer, jamás, simplemente habla de una orientación, preferencia
en el gusto.
Las comunidades religiosas tendrán que aprender a
convivir con una sociedad más abierta y plural, no tienen otra opción.
Los obispos mexicanos no deberían de preocuparse tanto,
tienen de por sí mucho por hacer dentro de su casa, los temas de abuso sexual
de sus sacerdotes siguen encubiertos, eso también contradice las sagradas
escrituras, el tema de la homosexualidad dentro de la jerarquía católica
tampoco está permitido, sin embargo la Iglesia está llena de sacerdotes
homosexuales.
Nadie le está pidiendo a los obispos mexicanos que
bendigan a los matrimonios homosexuales, tan solo se trata de cordura,
coherencia y respeto social.
Ser homosexual no es una parodia de la mujer, quien sí lo
crea, entonces quizá no tenga la madurez para formar una familia.
Que Dios bendiga a México, que la violencia, la
corrupción y la impunidad lleguen a su fin, que la paz reine de nuevo es
nuestro querido pueblo.
«¡Ya es suficiente! ¿No lo creés? Con frecuencia me digo
frente al espejo, lo repito desde hace muchos años sin encontrar un alivio
interior. Esa constante que bien puede ser producto de mi imaginación, pero
también pudiese que no, hay fundamentos para afirmar cualquiera de las dos».
Tristemente le hemos dado más valor a lo que vemos y
tocamos, a todo ello a lo que podemos conocer con facilidad sin mayores
riesgos, pero ¿acaso es verdad? La vida misma es un misterio, está llena de
preguntas sin respuestas inmediatas.
La constante de la inteligencia humana es el conocer,
pero al igual que un niño se guía con amor y buenos hábitos, de manera similar
es con la inteligencia, negar una realidad simplemente porque no puedo
acercarme “es demasiado animal”; la vida jamás será encerrada por el
raciocinio, sería entonces demasiado vulgar y simple.
«Necesidad de brillar como una gran estrella, mucho
dinero, poder y sexo cada vez que me gusta una persona», ¿Alguien sugiere algo
mejor? La vida sería o es entonces una decadencia, una proyección insaciable y
frustrantepor la brevedad de la vida.
No necesitas abandonar tu estilo de vida, tan solo
reconoce tu miseria y reconoce quien es el único Señor de todo, entonces hasta
los mares se abrirán para que seas salvado.
Dios es una realidad, entonces ¿por qué hasta que estamos
frente a la muerte o los momentos más difíciles, nuestros pensamientos se
tornan a Él?
Los prejuicios, propios de las circunstancias culturales que
nos rodean siempre representan un obstáculo para acceder a la profundidad de una
verdad y a su adecuada definición; con frecuencia desarrollan un desapercibido,
pero letal letargo en el proceso de formación de una persona.
La búsqueda de la verdad es el reconocimiento de la
necesidad de los genuinos fundamentos para iniciar el proceso de libertad
personal, en conjunto será el final del oscurantismo social, el reencuentro con
la propia naturaleza humana, con el sentido y finalmente con la plenitud que es
Dios.
¿Por qué tememos a nuestra naturaleza y a sus propias inclinaciones?
En medio de la desnudez, la soledad y frente al espejo,
no debiéramos mentirnos, pero cuando el cáncer de los prejuicios está presente,
entonces podemos adquirir temporalmente cualquier máscara, pero jamás será la
nuestra, porque ni tan siquiera nos conocemos a nosotros mismos, porque estamos
ocupados intentando definir al mundo.
La única verdad que permanece es la que nace del
reconocimiento de la propia naturaleza asimilada, sí, del interior, una verdad
que se traduce en hechos.
«Siempre lo tenía presente, pero no era suficiente, mis
instintos más primitivos seguían rigiendo sobre mi voluntad esos específicos
momentos, yo, como un esclavo de ellos no tenía elección, me conducían. Todo
cambió cuando mi pequeño mundo se vio amenazado, cuando la profunda verdad se
manifestó, entonces comprendí que para el cambio jamás es demasiado tarde».
Pero ¿qué es tomar conciencia? Profundizar más allá de la
común comprensión social, tener presente que la aceptación de la propia
experiencia afecta la profundidad de conocer una verdad; los prejuicios y la
ignorancia representan el peor obstáculo para la meditación y el entendimiento
luminoso que te compromete, conduciéndote al cambio.
Saber definir, repetir o pronunciar algo, tan solo dice
de un conocimiento, pero no de una asimilación. El conocimiento profundo de una
verdad compromete y transforma por consecuencia porque eres parte de este
mundo, no eres un espectador.
« “¿En dónde están los que te atacaban,
esos demonios que una vez fueron seres humanos, a quienes una vez llamaste
amigos?” Me cuestionó, sentí un gran alivio, una profunda liberación que se
convirtió en una fuerza interior que me transformó.
“Siempre quise
hacer muchas cosas, me preparé para eso, estaba lleno de proyectos, actividades
y amigos, pero algunos de ellos me lo quitaron todo, hasta la propia vida, me
engañaron”. Seguí hablando de lo que había sido, pero me di cuenta que ya no
tenía sentido, mi realidad ya era otra».
Las historias
pueden convertirse en trágicas, pero la vida continúa y cambia, aquellos que
sufrieron hasta la muerte, ya no más lo hacen, todo tiene un final, una
liberación y transformación, la más significativa y plena viene con la muerte.
Los detalles
quizá nadie los sabe, pero la realidad y la existencia de Dios se hacen
presentes, a tal punto, que aunque sea el último segundo de tu vida, pero reconocerás
que eres parte de su creación, que eres su hijo, y que Él es tu padre.
«Jamás olvidaré
esa noche, mis manos estaban manchadas de sangre, transpiraba a la misma
muerte, era la mejor representación de la enfermedad, la locura y la ira, sus
cuerpos estaban bajo mis pies, ¡ya lo había hecho! Entonces lo mejor era solo
repetirlo o suicidarme. Una gran fuerza se apoderó de mi, entonces me di cuenta
que estaba perdido», confesión de un nazi.
La vida es una bella
e intensa fuerza que lleva a profundizar, conectar y construir con personas,
pero también puede conducir a la muerte.
«El impacto y la confrontación con la realidad espiritual
afecta nuestra concepción de la vida, emociones y comportamientos, haciéndonos
cambiar, pero puede ser tan solo temporalmente, como no son convicciones, actos
conscientes que reconocen su existencia, entonces el olvido con facilidad nos
hace retornar de nuevo a los comportamientos anteriores».
«Algunos momentos pareciesen que el olvido posee mi persona,
entonces, el desamparo que experimento me produce un profundo terror frente a
la definición que la humanidad ha hecho de la vida, todo desde una perspectiva
materialista, “APARIENCIAS Y PRETENSIONES”, en esos momentos quisiera correr como
un niño a los brazos de mi madre, jamás separarme de ella, pero entiendo que es
cuando más fuerte debo de ser, es cuando debo de salir de mi círculo de confort»,
le decía hace años a mi amada psicóloga Teresa Sánchez.
¿Acaso puede existir la seguridad en esta vida? Pareciese
que sí, pero realmente no lo creo, incluyendo la seguridad personal con
facilidad se puede venir abajo con ciertos acontecimientos.
Los sucesos trágicos para nosotros y propios de la
naturaleza nos pueden cambiar la vida en segundos, ciudades enteras pueden ser
tragadas por el océano, destruidas por un terremoto, tristemente también pueden
ser aniquiladas por la guerra y el terrorismo.
Es tiempo de tomar la vida con más seriedad, hacernos la
pregunta más importante que pueda existir, ¿quién soy realmente? Entonces
iniciar el vivir en la autenticidad, en la búsqueda de la plenitud y el
conocimiento espiritual.
« Me siento
atado a ti, eres una bacteria en mi interior, no es resentimiento, es
impotencia, seguiré hablando de ti hasta tu muerte, la mía o hasta que me
asesines de nuevo, quizá Dios tenga misericordia de mi y me cure de esta horrible
enfermedad que lleva tu nombre”
Nació con el
llamado, con la vocación para proteger a los sacerdotes pederastas, abogar por
los corruptos y poderosos cuando anden en problemas.
Dicen que nació
con el llamado, pero nunca me dijeron para cual, porque tan solo recuerdo que
nos jodió la vida a todos aquellos que estuvimos cerca de él, pero hoy debemos
de besar su anillo y hacerle reverencias; me dijeron que supuestamente él representa
a Dios, a la voz de la Iglesia que es Cristo, pero creo que representa muchas
cosas más.
Don Rafael Romo
Muñoz representa al Dios que no es justo y que permite que otros abusen de los
débiles, que abusen de ellos hasta quebrantarlos, como lo hizo conmigo, con
muchos otros amigos míos que amo y otros no amigos que respeto mucho.
La verdad es que
no creo que Dios necesite embajadores tan absurdos, corruptos y mundanos con
rostro de santidad, ¿acaso lo necesitamos a él para suplicar, orar y platicar
con Cristo? Los seres humanos siempre terminamos manipulando e interpretando de
manera distinta, hemos convertido a Dios en el mejor instrumento para mover y
manipular las masas; para los propios intereses, para llenarnos de prejuicios que
tan solo nos hacen la vida adversa y confusa, cuando realmente Dios quiere algo
muy distinto.
«¿Por qué me
condicionas?», en ese momento sabía que las consecuencias ya me habían
alcanzado, por haber cuestionado al dignísimo Don Rafael Romo Muñoz, otros simplemente
le llamaban “Señor Obispo”. Jamás me imaginé tener ese valor y fuerza, mucho
menos cuando tan solo tienes 24 años, ya no tenía otra alternativa, de lo
contrario tendría que bajar la cabeza y mantener la poca dignidad que me
quedaba, entonces supe que todo estaba perdido para mi, tenía que huir como un
criminal, una hormiga frente a un elefante, hoy todo es muy distinto.
Rafael Romo
Muñoz, no todas tus decisiones son guiadas por el Espíritu Santo; cuando uno
reconoce la propia miseria, cuando sabes que la confusión y la oscuridad del
mundo que te rodea te está comiendo, entonces es mejor partir, irte; de alguna
forma el verdadero Dios te cuidará, aunque en el momento no lo veas así, aunque
te sientas solo y abandonado.
Te estoy hablando
a ti Rafael Romo Muñoz, no eres el demonio, mucho menos yo soy un ángel, pero
tú eres un obispo, el líder espiritual de una gran cantidad de personas, pero a
muchos nos has dañado casi al punto de la destrucción, sabes perfectamente de
lo que hablo.
Me siento atado
a ti, eres una bacteria en mi interior, no es resentimiento, es impotencia,
seguiré hablando de ti hasta tu muerte, la mía o hasta que me asesines de nuevo,
quizá Dios tenga misericordia de mi y me cure de esta horrible enfermedad que
se lleva tu nombre.
Al final, tan
solo se termina la novela y se cierra el libro, entonces la realidad se hace
presente. Que Dios tenga misericordia de cada uno de nosotros.
Las palabras y las
personas se olvidan en el tiempo, pero la verdad siempre se hace presente,
permanece en la conciencia de generaciones y generaciones.
Le escribo estas
letras solo para disculparme de una sola palabra que mencioné ayer en mi Blog
acerca de usted, «Hocico», la frustración y las emociones no me permitieron ver
claro, lamento eso, pero tengo otras cosas que aclararle, porque siguen
resonando en mi interior, los mencionaré por números.
1.- Usted
mencionó a la prensa entre tantas cosas acerca de Eusebio (ex sacerdote), que
después de un periodo de descanso no había aceptado incorporarlo al ministerio porque
tenía ya una hija. Dios mío, pero si muchos, muchos sacerdotes activos en la diócesis
que usted preside tienen hijos, está de más mencionar nombres. Considero que
fue inapropiado ventilar esa información, ¿qué sentido tenía ya? Al menos por
respeto a esa hija, ¿no lo cree, usted?
2.- Mientras un
sacerdote o seminarista esté caminando perfectamente, puede contar con su
apoyo, pero en el momento que se hace un problema, todo cambia. Realmente no
veo una gran humanidad en usted, no veo compasión, no veo a un pastor, también
puedo mencionar casos, pero está de más.
3.- Don Rafael,
el tiempo de pastor se le ha terminado a usted, no estoy al tanto de sus
movimientos, pero creo que si no ha presentado su renuncia, pronto lo hará de
acorde al derecho canónico por la edad. Lamento mucho que después de tantos
años como obispo de Tijuana, no haya logrado reunir al presbiterio en torno a
usted, no haya logrado ser un pastor, padre y amigo. Lo lamento mucho, quizá,
como todo, no era capaz de afrontar semejante tarea, es decir, quizá fue un
error el que lo hayan designado obispo, quizá jamás debió haber salido de Torreón,
pero como Dios escribe en renglones torcidos, bueno, algún bien que no conozco
habrá hecho.
4.- Tengo muchos
amigos sacerdotes, muchos en posiciones privilegiadas de su diócesis,
consejeros y más, muchos de ellos muy cerca de usted, quizá demasiado, están
conmigo y no con usted, aunque en el día a día le sonríen.
5.- Su
ministerio episcopal se le ha terminado, espero que su sucesor logre lo que
usted no pudo hacer en tantos años, la esperanza es la mejor parte de la vida,
ya que nada continúa peor, Dios es compasivo y jamás abandona a su pueblo, la
soberbia tan solo nos lleva a la soledad.
6.- Su
ministerio episcopal se le ha terminado, pero no la vida, espero logre
encontrar la paz, logre reconocer y reconstruir al menos su vida, siempre habrá
buenos sacerdotes que le brinden una mano de amigo cuando más lo necesite, aunque usted no lo haya
hecho, esté seguro de eso.
Ser obispo no
significa ser príncipe, ser obispo es ser un padre, un amigo, un hombre
enamorado de Cristo.
El día de ayer
me enteré de la muerte del Padre Eusebio y las terribles circunstancias en que
sucedió. ¿Cómo es posible? Pero ¿acaso podemos conocer todo el tiempo las
intenciones de las personas? Me refiero a esos criminales, que seguramente se
acercaron como amigos.
También me
impactó leer las tontas palabras de quien fuera su pastor, sí, del arzobispo
Rafael Romo Muñoz, que en vez de dar consuelo a su familia y amigos, pero no, como
una ingenua chismosa de lavadero, abrió el hocico como ya es costumbre, sacó lo
negativo, como si no tuviera tela de donde cortar, que ¿acaso no fue suficiente
las circunstancias de la horrible muerte del Padre Eusebio? Quién fue en un
tiempo parte de sus sacerdotes.
¿Necesitaba más
el arzobispo? Más, mucho más, para él nada es suficiente, solo él es santo, él
y su santa comisión que lleva las riendas de la Iglesia de Tijuana.
En mi corazón,
en mi memoria usted seguía siendo un sacerdote, por eso lo sigo llamando Padre,
lamento mucho mi querido amigo el dolor, el sufrimiento que padeciste en tus
últimos momentos.
Te recordaré, te
recordaremos siempre, como sacerdote hiciste un magnífico trabajo, gracias por
ello.
«¿Por qué no
voltea a verme? Ya he hecho hasta lo imposible, pero me ignora, pareciese que quien
hace el menor esfuerzo se lleva a casa el mayor premio; estaba equivocado,
porque las conexiones realesvan más
allá de lo físico», me platicaba esa noche entre copas y besos.
Es verdad que
algunos días son más especiales, pero cuando hablamos de lo esencial o lo
espiritual, todo cambia, pareciese que cada instante recobra su sentido y el propio
valor que le pertenece; no pretendamos poseer la plenitud de la dicha con los
objetos, sería actuar, vivir y procesar contrario a la propia naturaleza, pero
sí lo hacemos con las personas, hasta jugamos con sus vidas.
Dejar de amar es
muy posible, pero engañar, permitiendo que una definición lo empuje y lo conduzca
a la muerte, realmente es imperdonable.