Quizá un método no conocido abiertamente, pero sí una verdad
heredada para todos, sí, los llamados “hijos de la luna negra”, formas
complejas y afines a una verdad. Artífices de un conocimiento que pareciese pertenecer
a grupos cerrados, ya que estimulaban un pensamiento contrario al común de la conciencia
social, pero contradictoriamente presente de manera individual en todos, la
mayor de las veces existiendo inconscientemente, pero produciendo sus frutos,
señal de su discreta existencia.
Se les sigue asociando
injustamente a una oscura espiritualidad, claro, por quienes no conocen la
naturaleza de su ancestral surgimiento y constante resurgimiento, haciendo frente
a una espiral social de procesos repetitivos. Es una lucha por la libertad,
donde la verdad se ilumina con la razón, conmemorando la dignidad de la naturaleza humana, más allá
de la culpa del pecado, tan solo para reconocer que ha precio de sangre ya ha sido
restituida por alguien.
«Aún recuerdo esa noche de luna negra, bajé los angostos
escalones, pero no tenía miedo cuando estaba frente a ellos, eran como yo,
buscaban lo mismo. Después que recibí la cera caliente de sus velas sobre mi
cabeza, entonces reconocí que era la verdad, aquella que por símbolo sostenían
en las manos, una verdad que siempre había morado en mi interior, pero que no
alcanzaba a descifrar», fragmentos de mi memoria.
Juan M. Castro
No hay comentarios.:
Publicar un comentario