jueves, 11 de julio de 2013

Amigo mío



En los momentos más difíciles sientes que estás solo, ¿cuáles? Sí, ese, la pérdida de quien te enseñó a amar, una tragedia frente a la cual no puedes hacer nada, tan solo ver su deterioro, la muerte, sí, te arrodillas con los ojos cuajados en lágrimas en una gran desolación. 

En la mañana caen las primeras gotas de la lluvia, pero tú aún duermes, las cosas de ella permanecen como una imagen suspendida, quizá esperando a ser utilizadas de nuevo, pero ya no, nunca más. El viento hace mover los árboles, las plantas y las hojas, pero tú sigues dormido, tu rostro descansa sobre las sábanas blancas, húmedas aún de tanto llorar, como un bebé abandonado por su madre.  


El silencio de la casa se hace más agudo, pareciese que ya nada tiene sentido, pero el viento logra penetrar por la ventana, el delicioso y suave olor de las flores de ella logra despertarte, sí mi querido amigo, es ella, todo estará bien para los dos. 

Sin poder definir y mucho menos dar detalles, el amor nunca termina, tan solo se transforma con la muerte, un doloroso paso adelantado, pero la fuerza de lo que fue, siempre existirá. Todo se corrompe, se torna polvo, pero la esencia vive con mayor fuerza que nunca, una verdad, un amor, una hermosa mujer que llamaste mamá seguirá viva en ti. 

No estás solo, ellos caminan con nosotros, tan solo somos una generación en la última lucha por mantener el sentido en medio de un mundo materializado, mañana será otra. 

Juan M. Castro

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